Las 9 razones más comunes por las que hacemos daño a los que queremos

«Siempre hacemos daño a los que queremos».

Este conocido adagio tristemente suele ser cierto.

No es sólo una noción romántica, sino que hay algunas pruebas científicas que lo respaldan.

Lo que puede ser más importante que si hacemos daño a los que queremos es por qué lo hacemos y qué podemos hacer para aliviar ese dolor.

Las 9 razones más comunes por las que hacemos daño a los que queremos

¿Se puede herir a alguien y seguir queriéndolo?

Sí, se puede. Es mucho más común de lo que crees.

Las razones por las que hacemos daño a los que queremos pueden tener su origen en lo cerca que nos sentimos de ellos.

Incluso podemos fijarnos en el comportamiento de los niños pequeños para ver que las personas suelen actuar de forma desconsiderada cuando se sienten seguras.

Este comportamiento es una forma de poner a prueba los límites cuando sabemos que la otra persona nos seguirá queriendo.

A veces, herir a alguien a quien quieres se debe simplemente a la proximidad. La agresión cotidiana puede ocurrir y ocurre con frecuencia.

Tu agresión puede herir a la persona que quieres porque es la persona a la que ves más a menudo.

También hacemos daño a nuestros seres queridos porque buscamos una forma de salir de la relación.

Puede parecer más fácil forzar a alguien a poner fin a una relación que enfrentarse directamente a esos problemas.

Es posible amar a alguien sabiendo que la relación no es buena ni sana.

Puede que ni siquiera te des cuenta de que estás saboteando tu relación hasta que se acabe.

¿Por qué hacemos daño a nuestros seres queridos? 9 razones comunes explicadas

¿Por qué la gente hace daño a los que ama? Es una pregunta sencilla con respuestas decididamente complejas.

1. No te das cuenta de lo que haces

Puedes causar dolor a alguien a quien quieres sin pensar. Puedes herirles porque olvidas que necesitan tus cuidados y tu atención. Puedes estar tan absorto en tu propia vida que te olvides de que hay alguien más que te merece.

Asimismo, la persona más cercana a ti puede ser el blanco de tu agresividad. Podrías descargar toda tu frustración en tus seres queridos simplemente por su cercanía.

2. Un historial de traumas

Tus traumas pasados pueden causarte dificultades para mantener relaciones sanas. Si has sufrido abusos o has sido testigo de ellos, es posible que asocies el comportamiento agresivo con el amor.

Lo mismo ocurre con las personas que han crecido en familias que les negaban el amor o mantenían a sus hijos a distancia. Es posible que tú hagas lo mismo con tu pareja, lo que puede herirla si no entiende tus orígenes.

3. Poca capacidad de comunicación

Puede que no sea tu intención herir a tus seres queridos, pero tu falta de habilidades de comunicación podría causar un dolor involuntario. Puede que incluso intentes compartir tus sentimientos con tu pareja pero fracases. Las malas habilidades comunicativas pueden ser innatas.

También es posible que las hayas aprendido de tus padres, que tampoco sabían comunicarse bien. Tus malas habilidades comunicativas son difíciles de superar, sobre todo si no te das cuenta de que este problema es tuyo para solucionarlo.

4. Miedo al rechazo

Puedes tener la sensación de que tu pareja está a punto de poner fin a tu relación. Puede que te pelees con tu pareja, le hagas daño o incluso amenaces con poner fin a la relación para evitar que te hagan daño.

El miedo al rechazo es común, especialmente si sientes que no mereces a tu pareja.

5. Para protegerse

Por desgracia, es posible que tu pareja no te aprecie. Las agresiones pueden ser una forma inconsciente de animar a tu pareja a que te preste más atención.

Por desgracia, causarle dolor puede atraer el tipo de atención que no deseas. En esencia, tu intento de sentirte más seguro en tu relación puede ser contraproducente. Pelear con tu pareja te proporciona una conexión, pero no buena ni duradera.

6. Te preocupan los verdaderos sentimientos de tu pareja

Esta es una cuestión delicada. Si discutes con tu pareja por cosas insignificantes, puede que no estés seguro de los sentimientos de tu pareja.

Por ejemplo, puede que tu pareja deje toallas mojadas en el suelo del cuarto de baño aunque tu le hayas pedido repetidamente que las recoja.

Este comportamiento podría llevar a una pelea porque sientes que a tu pareja no le importan tus deseos, por pequeños que sean.

7. Te molestan sus logros

Puede que le restes importancia a los logros de tu pareja o que incluso los desestimes activamente. Este menosprecio es una de las cosas más hirientes que puede hacerle a un ser querido.

Cuando se esfuerzan por alcanzar una meta, quieren compartir el éxito con alguien a quien quieren. Puede que piense que cuanto más éxito tenga su pareja, más probable será que le deje.

Si consigues hacerles sentir que sus logros no son importantes, puedes pensar que les convencerás para que se queden contigo.

8. Expectativas poco realistas

Por desgracia, muchos de nosotros tenemos expectativas poco realistas de nuestras relaciones que puedes atribuir a muchos factores, como ver comedias románticas y leer libros románticos.

Puede que compares tu relación con las que ves en las redes sociales, que a menudo son versiones románticas o ficticias de las relaciones reales. El hecho de que no consigas este tipo de cercanía con tu pareja puede hacer que seas hiriente.

9. Buscas el control

Un individuo controlador puede causar dolor a alguien a quien ama. ¿Quieres estar al mando de tu relación? ¿Quieres controlar a la persona con la que estás?

¿Quieres que se comporte como su auténtico yo o como tu deseas? Tu deseo de controlar a tu pareja puede causaros dolor a ambos.



Qué hacer cuando hieres a la persona que amas

Tu relación no está necesariamente acabada cuando hieres a alguien a quien amas. Sin embargo, sí necesitas trabajar en tu comportamiento para crear una relación sana, abierta y afectuosa.

1. Asume la responsabilidad de tus actos

Asumir la responsabilidad puede ser lo más difícil. A nadie le gusta equivocarse. Muy pocas personas encuentran placer en saber que son responsables de hacer daño a otra persona.

Puede que culpes a tu pareja de ser demasiado sensible o de no comprender lo suficiente cuando, en realidad, eres tú quien tiene la culpa. No podrás empezar a sanar tu relación hasta que te des cuenta de que eres tú quien está causando dolor.

Asumir la responsabilidad incluye admitir tus errores ante tu pareja y hacerle saber que quieres mejorar.

2. Comprende por qué haces daño a tu pareja

Hay muchas razones por las que puedes estar haciendo daño a tu pareja. Depende de ti determinar cuál ha sido la causa de nuestro comportamiento. ¿Te preocupa el futuro de su relación? ¿Deseas el control?

¿Es tu comportamiento producto de tu infancia o de un trauma pasado? No puedes dejar de hacer daño a tu ser querido si no sabes dónde se originó ese comportamiento.

3. Trabaja tus habilidades de comunicación

La comunicación es vital en toda relación. Debes hablar abiertamente con tu pareja sobre tus sentimientos.

Si te resulta difícil, díselo a tu pareja y pídele ayuda. Escucha con la mente abierta. Deberías ser capaz de resolver casi cualquier cosa.

4. Considera una terapia individual o de pareja

Puede que no seas capaz de dejar de hacer daño a la persona que amas por ti mismo. A veces es necesario buscar ayuda externa.

Considera la posibilidad de acudir a un terapeuta que hable con vosotros individualmente y os consulte como pareja. Si no te sientes cómodo con un terapeuta tradicional, puedes hablar con un líder espiritual.

5. Reevalúa los objetivos de tu relación

No todas las relaciones duran para siempre. Incluso amar de verdad a alguien no siempre es suficiente para que una relación dure.

Podrías estar haciendo daño a la persona que amas porque inconscientemente intentas encontrar una salida. Reevalúa tu relación, decide si quieres continuar y asegúrate de que estás haciendo todo lo posible para dejar de hacer daño a tu pareja y a ti mismo.

No es raro que alguien haga daño a la persona que ama. Sin embargo, si te tomas en serio tu relación y quieres que funcione, debes allanar el camino para dejar de herir a tu ser querido y empezar a sanar vuestra relación.

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