¿Alguna vez tienes esos días en los que tu cerebro entra en pausa y no tienes ni idea de qué hacer? Estás indeciso sobre todo, o sobre una cosa en particular.
Tal vez estés tomando tu café matutino o sentado en tu escritorio en el trabajo preguntándote…
- ¿Qué debería hacer con mi vida?
- ¿Cuál es la mejor opción para esta situación?
- ¿Cuáles son mis prioridades?
- ¿Cómo puedo aprovechar mi tiempo hoy?
- ¿Cómo puedo resolver este problema?
Y tu cerebro responde: «No sé qué hacer». No consigues nada. Grillos. Un espacio en blanco donde debería residir la materia gris. Es como si tu capacidad de tomar una decisión, de elegir o de emprender una acción consciente se hubiera borrado de tu sistema operativo cognitivo.
Cada opción que consideras la sientes como comer tiza. Cada acción que empiezas a implementar parece poco inspirada y vacía. ¿Qué está pasando? ¿Por qué te has quedado sin energía? ¿Que hacer cuando no sabes qué hacer?

¡Ayuda! No sé qué quiero hacer
Todos hemos tenido momentos en los que las respuestas a tus preguntas o problemas más acuciantes simplemente no se materializan. No me refiero a esos días en los que estás enferma, cansada, con síndrome premenstrual o estresada.
Me refiero a un día normal en el que las cosas deberían ir viento en popa, pero de la nada, te has transformado en una tostada seca.
Cuando me encuentro en estas situaciones y trato de forzarme a elegir o decidir o actuar, cada fibra de mi ser se resiste a mis esfuerzos. La resistencia entonces me hace entrar en pánico porque no estoy logrando, o estoy atascado en el limbo sobre una decisión y no puedo avanzar.
Pero con el tiempo, he tenido que aceptar que habrá días en los que no sepa qué estoy haciendo con mi vida o incluso con mi día. Estaré confundida, indecisa, desmotivada o sin inspiración.
He encontrado la manera de aprovechar al máximo estos días confusos o inciertos y reconocer que tal vez mi cerebro está tratando de enviarme un mensaje, como «¡Dame un respiro!». O tal vez simplemente: «Dame algo de tiempo para resolver esto».
Qué hacer cuando no tienes ni idea de qué hacer: 15 de las mejores ideas
1- Deja de luchar contra ello
Acepta que tienes un día confuso, confuso, indeciso y sin acción. Quién sabe por qué. En realidad no importa. Está sucediendo, así que tal vez tu subconsciente sabe algo que tú no sabes.
Tal vez tu cerebro necesita recargarse. Así que sé amable contigo mismo y acepta que a veces nuestro «conocimiento interno» sabe más. Si luchas contra él, simplemente estás añadiendo más estrés e infelicidad a tu día.
2- Da un paseo
O una carrera. O un paseo en bicicleta. Simplemente sal a la calle y haz un poco de ejercicio moderado. Haz que la sangre bombee, las endorfinas se activen y tu cuerpo se mueva.
Hay algo en estar al aire libre y moverse que despeja la cabeza. E incluso si no restablece completamente la función cerebral, quemarás algunas calorías y te sentirás mejor físicamente. Eso cuenta para algo.
3- Haz tareas sin sentido
Si no puedes pensar en algo realmente productivo o tomar una decisión importante, simplemente limpia tu escritorio. O carga el lavavajillas. O limpia tu correo electrónico.
Escoge alguna tarea sencilla que tengas delante y que no requiera decisiones difíciles o pensamientos intensos. De todos modos, estarás logrando algo, aunque no sea lo más importante que crees que deberías hacer o decidir.

4- Aprende algo nuevo
Utiliza este tiempo para leer un blog o un libro, o para escuchar un vídeo o un podcast sobre algo que quieras aprender o dominar. No te presiones para aprender algo complicado o difícil. Simplemente lee o escucha y absorbe lo que puedas sin estresarte.
Puede que lo que te atraiga a aprender te abra la mente sobre aquello en lo que estás confundido. Puede que te abra las puertas a un nuevo camino o te dé una respuesta que estabas buscando.
5- Pide prestado un cerebro
Si estás en el trabajo o en un lugar donde tienes que rendir (o arriesgarte a la ira de los demás), pide a alguien a quien respetes y confíes que te ayude. Diles que tienes un día malo y que necesitas orientación sobre una decisión o una acción prioritaria. A veces ayuda que alguien te diga lo que tienes que hacer sin tener que decidirlo tú.
O puedes pedir prestado el cerebro de un mentor o consejero para que te ayude a resolver tu inercia o confusión. Que alguien te haga preguntas que tal vez no hayas tenido en cuenta contribuye en gran medida a aclarar lo que debes hacer a continuación.
6- Prueba la meditación
Siéntate en silencio durante 10-15 minutos, respirando lentamente y observando tu respiración. Deja que tus pensamientos pasen sin juzgarlos. Continúa concentrándote en tu respiración, apartando suavemente los pensamientos a medida que vayan surgiendo.
La meditación puede calmarte y equilibrarte y ayudarte a despejar tu mente de los pensamientos acelerados que pueden estar bloqueando tu capacidad de concentración y funcionamiento. Con la mente despejada, hay más espacio para las ideas y las respuestas.
7- Haz algo creativo
La creatividad favorece la resolución de problemas y reduce el estrés y la ansiedad. Te pone en un estado de flujo que fomenta la claridad y la perspicacia. Date una hora de descanso y ve a hacer algo creativo, algo que te apasione. Dibuja, cocina, haz un jardín, pinta, toca un instrumento, baila, escribe un poema, cualquier cosa que te permita entrar en un flujo creativo.
Hagas lo que hagas, no juzgues el proceso creativo ni atribuyas un significado al resultado. Simplemente disfruta de la relajación de la actividad.

8- Ayuda a otra persona
Si no sabes qué hacer por ti mismo, haz algo por otra persona. Ofrécete a ayudar a un compañero de trabajo o a un vecino. Escribe una carta a un viejo amigo. Llama a alguien que esté pasando por un mal momento. Reparte una pequeña onda de bien.
Es difícil sentir que no estás logrando algo -incluso algo pequeño- cuando estás marcando la diferencia en la vida de alguien.
9- Escribe una lista
Cuando nos sentimos confusos y confusas, a veces es útil simplemente ponerlo por escrito. Escriba todas las decisiones, elecciones y acciones que esté considerando. Simplemente haz una lista de ellas.
Organizarlas en papel te ayuda a organizar tu cerebro. Puede que hoy no puedas pasar a la acción, pero tendrás la lista a mano cuando tu cerebro reviva mañana.
10- Da el primer paso lógico
Tal vez estés confundido o indeciso, pero tienes un indicio sobre el mejor primer paso. O tienes una serie de posibilidades, y una de ellas destaca un poco más que las demás.
Sigue adelante y da el primer paso lógico, aunque no estés seguro de que sea el correcto. Dar un paso adelante en la dirección de una posible elección o resultado no va a acabar con tu vida. De hecho, podría proporcionar más claridad y enfoque.
Podemos quedarnos tan atascados en nuestras cabezas que cualquier acción nos da miedo. Pero la acción crea impulso, y eso puede ser exactamente lo que necesitas para avanzar.
11- Prueba a escribir un diario
Aprovecha este momento de incertidumbre para poner por escrito todos tus pensamientos y sentimientos. Vale, no sabes qué hacer con (rellena el espacio en blanco).
- ¿Cuáles son las opciones?
- ¿Cuáles son los posibles resultados de las opciones?
- ¿Cómo te afectarán a ti y a los que te rodean?
- ¿Qué opción te hace sentir más y menos estresado?
- ¿Por qué te estresa una opción en particular?
- ¿Merece la pena ese estrés por el resultado potencial?
Escríbelo todo y no lo pienses. Simplemente ponlo en el papel y sácalo de tu confuso cerebro. Luego guarda tu diario durante unos días y vuelve a él más tarde para leer lo que has escrito.
Puede que te des cuenta de que has ganado en comprensión al releer tus pensamientos. Como mínimo, habrás reducido el estrés al liberar parte de la tensión mental.

12- Investiga un poco
No eres la primera persona en el mundo que ha experimentado tu problema. Búscalo en Google y es probable que encuentres montones de información e historias de personas que se han enfrentado a la misma decisión o han buscado lo mismo que tú.
El mero hecho de leer que no estás solo es reconfortante, pero mejor aún, puede que encuentres algunas respuestas en las medidas que otros han tomado en relación con tu situación. También puedes encontrar foros o grupos en las redes sociales en los que puedes obtener opiniones e ideas.
13- Mira a tu pasado
No te has topado con este muro en cada problema o decisión de tu vida. Ha habido momentos en los que has sabido qué hacer, has tomado la mejor decisión o has forjado un camino que te ha funcionado.
Piensa en algunas de estas situaciones concretas del pasado y pregúntate cómo supiste qué hacer. ¿Qué te llevó a las elecciones y decisiones que tomaste y cómo superaste previamente la inercia, la indecisión, la confusión y las dudas?
¿Hay alguna herramienta que hayas utilizado en el pasado que pueda ayudarte ahora?
14- Reduce tus opciones
Puedes tener tantas opciones o elecciones en la vida que te sientas abrumado. La sobrecarga de opciones es un concepto que se presentó por primera vez en el libro de Alvin Toffler de 1971, Future Shock. Tener más opciones puede provocar insatisfacción, arrepentimiento y miedo a perderse algo.
Te sientes paralizado por la indecisión e incapaz de actuar. Estos sentimientos pueden crear esa sensación de niebla de no saber qué hacer con cualquier cosa, incluso con algunas de las decisiones más pequeñas que tomas durante el día.
Minimiza la fatiga de las decisiones racionalizando tus opciones, tanto las relacionadas con lo que no sabes qué hacer como las de tu vida en general. Puedes minimizar fácilmente tus opciones en los alimentos que comes, en la ropa que llevas y en las rutinas que sigues cada día.
15- No hacer nada
Vaya, qué concepto. ¿Y si te tomas un día de salud mental? Haz novillos. Siéntate en el parque y lee. Ve una película. Queda con un amigo para comer. Permítete divertirte hoy sin culpa ni estrés.
O tal vez decidas permitir que la vida se desenvuelva como pueda sin tener que elegir o decidir. A veces, las cosas salen como se supone que deben salir.
Si no haces nada durante un tiempo, algunas de las cosas que no sabes qué hacer se resolverán sin ti.
¿Qué harás cuando no sepas qué hacer?
Es inevitable que haya un día, un mes o incluso un año en el que no sepas qué hacer contigo mismo o con tu vida. Este momento de confusión e incertidumbre puede ser doloroso y aterrador porque la mayoría de nosotros estamos acostumbrados a resolver las cosas sin demasiada dificultad.
Pero no tienes que dejar que este periodo mine tu confianza en ti mismo o te haga cuestionar tu juicio.
Pon en práctica uno o varios de los 15 pasos que se describen aquí y saca lo mejor de tu falta de claridad. Sé paciente y reconoce que la vida cambia constantemente, con o sin tu aportación. No te quedarás estancado para siempre.





