¿Sabes cómo ser más maduro o qué significa la madurez?
Si alguna vez has estado cerca de un niño pequeño o un adolescente durante algún tiempo, sabrás cómo es la inmadurez.
Si el niño no se sale con la suya, puede gritar, dar pisotones y tirarse al suelo en un arrebato de rabia y frustración.
Los niños pequeños tienen pocos filtros que les impidan expresar su mundo interior de forma dramática.
Los adolescentes tienen más filtros, pero aún no tienen completamente formado el córtex prefrontal, el área de pensamiento racional del cerebro.
Puede que los adolescentes no se caigan al suelo en un arrebato, pero pueden gritar, dar portazos, poner mala cara o utilizar tácticas pasivo-agresivas y manipuladoras para conseguir sus objetivos.
Tardan un tiempo en aprender a actuar con madurez.
¿Qué hace a alguien maduro?
Hasta los 25 años, aproximadamente, nuestro cerebro no está completamente desarrollado y somos capaces de comprender las consecuencias, utilizar un juicio sensato y practicar un comportamiento más maduro.
La formación de los padres, el desarrollo cognitivo, el ensayo y error y los modelos de conducta contribuyen a ayudarnos a crecer en madurez y sabiduría.
Actuar con madurez incluye:
▶ Aceptar la responsabilidad de tus actos.
▶ Ser sensible y considerado con los demás.
▶ Reconocer, comprender y gestionar sus emociones y las de los demás.
▶ Tener la capacidad de cambiar y adaptarse a las circunstancias.
Por desgracia, cumplir 25 años no garantiza que una persona se convierta automáticamente en una persona madura.
Seguro que has visto a muchos cuarentones o incluso sesentones que se comportan como niños.
Tal vez tengas a alguien así en tu vida ahora mismo.
Todos tenemos focos de respuestas inmaduras y comportamientos que pueden desencadenarse en determinadas situaciones o dentro de nuestras relaciones cercanas.
Es valioso que todos seamos sinceros con nosotros mismos sobre nuestros propios comportamientos inmaduros y trabajemos para aprender a ser más maduros.
Mejorar la madurez puede. . .
✅ Aumenta tu nivel de autoconciencia, para que comprendas mejor tus emociones;
✅ Ayudarte a regular tus emociones y a expresarlas adecuadamente;
✅ Ayudarte a aprender de tus errores para no repetirlos;
✅ Ayudarte a reconocer lo que es bueno y lo que es malo para ti;
✅ Ayudarte a tener más éxito en la escuela y en tu carrera profesional;
✅ Permitirte ser más empático y compasivo con los demás;
✅ Perfeccionar tus habilidades sociales mejorando la comunicación;
✅ Ayudarte a crear límites adecuados con los demás;
✅ Aumenta la confianza en ti mismo, ya que te sientes más cómodo en tu propia piel.
Ponte como objetivo seguir cultivando y creciendo en madurez emocional para tener más éxito, más confianza en ti mismo y ser más feliz en la vida.
Cómo ser maduro: 13 pasos clave
1. Presta atención
Empieza por darte cuenta de las áreas de tu vida en las que tiendes a tener dificultades para ser maduro.
Esta toma de conciencia puede ser el paso más difícil, ya que la mayoría de nosotros no queremos reconocer que actuamos de forma infantil.
Pero la conciencia es el primer paso hacia el cambio. Así que respira hondo e intenta ser totalmente sincero contigo mismo.
Piensa en los comportamientos inmaduros que has observado en los demás para ver si tú incurres sistemáticamente en alguno de ellos.
Anota cualquier comportamiento que no te guste de ti mismo o que notes que los demás señalan en ti con frecuencia.
2. Ser consciente de los desencadenantes
Puede que haya determinadas situaciones o personas que desencadenen respuestas poco maduras por tu parte.
Tal vez sea algo que dice tu cónyuge que te pone a la defensiva o la forma en que vuelves a permitir que tu madre te mime cuando visitas la casa de tus padres.
Comprender qué desencadena los comportamientos inmaduros puede ayudarte a cambiar. Piensa por qué las situaciones o las personas desencadenan estas respuestas en ti.
- ¿Se remonta a algún acontecimiento de su infancia?
- ¿Nunca aprendiste una respuesta más madura en estas situaciones?
- ¿Te sientes con derecho a consentir tus reacciones, incluso cuando sabes que no son maduras?
Una vez que tengas una idea más clara de por qué te desencadenas, piensa en cómo puedes responder de otra manera.
Es posible que necesites el apoyo de un consejero para tratar viejas heridas del pasado que te frenan y te impiden cambiar tus reacciones y respuestas.
3. Evita el juego de las culpas
Como dice el refrán, «la realidad muerde». Es incómodo enfrentarse a los retos, las decepciones y las dificultades que nos presenta la vida.
Una persona inmadura se rebela contra la realidad y tiende a culpar al mundo de sus circunstancias. Evitarán, negarán o se quejarán sin tomar las medidas adecuadas.
Pero ser maduro requiere que aceptemos la realidad y trabajemos con ella.
En lugar de quejarnos y lamentarnos por nuestra «mala suerte», afrontamos la situación, la gestionamos de la mejor manera que sabemos y podemos seguir adelante sabiendo que lo hemos hecho lo mejor que hemos podido.
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4. Practicar la responsabilidad personal
Entre un acontecimiento y tu respuesta a él está ese breve momento en el que decides cómo vas a reaccionar.
Al reclamar tu poder de elegir cómo respondes a la vida, puedes salir de la rueda de molino de las reacciones inconscientes.
¿Reaccionarás automáticamente, renunciando a tu poder personal ante una reacción instintiva?
¿O puedes romper el patrón negativo de respuestas inmaduras y crear nuevas respuestas emocionalmente más inteligentes que se alineen con lo que quieres ser?
5. Define tu yo ideal
¿Quién quieres ser en esta vida? ¿Qué clase de padre, cónyuge, amigo, hermano, compañero de trabajo, hijo adulto y vecino quieres ser?
- ¿Cómo te gustaría tratar a los demás?
- ¿Qué tipo de palabras quieres utilizar?
- ¿Cómo quieres responder a los retos de la vida?
No puedes actuar con madurez hasta que definas lo que eso significa para ti.
Siéntate con papel y bolígrafo y escribe exactamente lo que quieres de ti mismo en tus relaciones y en las distintas situaciones de la vida (lo positivo y lo negativo).
Puede que no consigas alcanzar tu ideal todo el tiempo (al fin y al cabo, somos humanos), pero ahora tienes un ideal al que merece la pena aspirar.
Cuando te quedes corto, perdónate rápidamente. Ofrece perdón a los demás si es necesario. Después, sigue adelante.
6. Define tu integridad
Parte de la creación de tu yo ideal consiste en saber qué significa para ti la integridad.
La vida está llena de mensajes contradictorios y puntos de vista opuestos sobre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo.
Puede que hayas adoptado el sistema de valores de tus padres o que hayas tomado prestado tu sentido de la integridad de tus compañeros.
Esta es una posición de repliegue común, ya que muchos de nosotros no nos tomamos tiempo para mirar dentro de nosotros mismos y hacernos las preguntas importantes sobre cuáles deberían ser nuestros propios principios rectores.
A menudo se nos presentan decisiones sobre nuestra integridad en el momento en que nos enfrentamos a una situación que exige de nosotros una respuesta determinada.
En lugar de esperar a que llegue ese momento para forzar una respuesta que puede no reflejar nuestra integridad, sea proactivo determinando de antemano sus principios éticos y morales.
Así estarás preparado para responder con autenticidad cuando surja la ocasión.
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7. Practicar la autodisciplina
Una parte importante de la madurez y la responsabilidad es cumplir lo que se dice y ser una persona de fiar.
Este comportamiento requiere retrasar la gratificación y hacer cosas que quizá no disfrutes simplemente porque dijiste que las harías.
Llevar a cabo tareas difíciles o aburridas requiere un cierto nivel de autodisciplina. La autodisciplina es un músculo que se desarrolla con la práctica.
Empieza por retarte a ti mismo a hacer cada día una o dos pequeñas cosas que sabes que tienes que hacer pero que no te apetece.
A medida que superes estos retos, las acciones te resultarán más fáciles porque estás desarrollando un hábito que no requiere tanto esfuerzo mental.
8. Dar prioridad al «nosotros» en las relaciones
Nuestra madurez a menudo vuela por la ventana en nuestras relaciones cercanas.
Somos más propensos a perder los nervios, a decir cosas desagradables y a comportarnos de forma infantil con las personas que más queremos. Este comportamiento es especialmente evidente con nuestros cónyuges o parejas íntimas.
Las personas inmaduras tienden a dar prioridad al «yo» en lugar del «nosotros» en sus relaciones.
Quieren ganar todas las discusiones y asegurarse de que se satisfacen sus propias necesidades, aunque eso provoque desconexión y una pérdida de intimidad como pareja.
Para que una relación prospere, debes poner la salud de la relación por encima de tus propias frustraciones, deseos y necesidades.
Hay que aprender a comunicarse de forma que no se ponga en peligro la solidez de la relación y encontrar formas de cooperar en lugar de competir. Y eso nos lleva a la siguiente estrategia.
9. Aprender buenas habilidades de comunicación
Incluso para las personas más maduras, comunicarse de forma sana y productiva puede ser un reto, sobre todo en nuestras relaciones más íntimas y significativas.
Las personas maduras dan prioridad al valor de sus relaciones y eligen aprender a comunicarse de forma que fomenten la comprensión mutua, el respeto, la confianza y la amabilidad.
Buscan soluciones mutuamente beneficiosas en los conflictos y aprenden a hablar sin herir sentimientos, enfadarse o resentirse.
Hay que practicar la compasión, el perdón y la comprensión y buscar una solución beneficiosa para todos durante un conflicto.
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10. Céntrate en algo más grande que tú mismo
Una gran parte del desarrollo de la madurez consiste en actuar en el mundo con espíritu de compasión, bondad, amor y servicio.
Cuanto menos centrado estés en tus propios problemas, quejas y retos, más paz interior y felicidad experimentarás en la vida.
Busca una actividad que te permita centrarte menos en ti mismo y más en servir, iluminar, ayudar, dar y contribuir de alguna manera.
No hace falta que salves el mundo, basta con que encuentres algo que te apasione y te permita dejar algún tipo de legado.
Dice el maestro y autor budista Jack Kornfield: «Parte de la madurez espiritual y emocional consiste en reconocer que no vas a intentar arreglarte y convertirte en una persona diferente. Sigues siendo la misma persona, pero te despiertas».
A medida que te esfuerzas por mejorar tu nivel de madurez, despiertas cada vez más a la persona que realmente eres por debajo del ego, las experiencias vitales y los viejos hábitos que han nublado tus percepciones y reacciones ante la vida.
Una vez que crezcas y seas consciente, tu mundo se abrirá de una forma que no esperabas.
11. Elige conscientemente tus creencias
Cuando eliges conscientemente lo que crees -en lugar de aferrarte a creencias heredadas o a las de personas a las que admiras- es más probable que sepas por qué crees lo que crees.
También eres más capaz de defender esas creencias cuando otros las ponen en duda.
Si, por el contrario, has adoptado una creencia sin pensarlo mucho, una simple pregunta como «¿Por qué crees eso?» se siente como una persecución… o una trampa.
Quienes consideran y eligen cuidadosamente sus propias creencias suelen estar más tranquilos y seguros a la hora de defenderlas. Ellos mismos ya han debatido las cuestiones.
Y si sinceramente no saben lo que creen sobre algo, es más probable que lo admitan sin sentirse atacados o avergonzados.
12. Permítete ser vulnerable
Las personas maduras no tienen miedo de ser vulnerables con los demás. Pueden admitir sus propias debilidades y luchas.
Y si piensan que con ello pueden hacer que otra persona se sienta menos sola, consideran que bien vale la pena el riesgo de humillación.
Las personas inmaduras tienden a ocultar su desorden interior a los demás para protegerse de la humillación o el comportamiento depredador que esperan.
Cualquier debilidad que perciban en sí mismos, hacen todo lo posible por mantenerla en secreto.
También pueden desviar la atención de sí mismos hacia otra persona difundiendo rumores. Y cuando quieran llamar la atención, harán todo lo posible por controlar la narrativa.
13. Perdona a los demás (y a ti mismo)
Cuando te aferras a la ira por una herida del pasado -pensando que te da poder sobre la persona a la que te niegas a perdonar- congelas tu crecimiento emocional. Y no ganas nada más que miseria.
La madurez exige una visión global de la vida. Y esa visión es incompatible con la ira farisaica.
Si guardas rencor, es poco probable que desees al agresor nada más que sufrimiento.
Pero al hacerlo, deseas lo mismo para ti. Y ese sufrimiento no tarda en llegar.
Con el perdón, sin embargo, eliges centrar tus pensamientos en un buen resultado para el otro; y al hacerlo, atraes las mismas bendiciones hacia ti.
También te liberas de las garras de esa ira, lo que te da fuerzas para seguir creciendo.
Las personas maduras trabajan para ser más maduras
Todos volvemos de vez en cuando a reacciones instintivas y comportamientos infantiles. Incluso los más sabios o los que tienen fama de ser pacientes y perspicaces cometen errores de vez en cuando.
A algunos nos resulta especialmente difícil actuar con madurez. Ciertas personas, situaciones o retos sacan el adolescente que llevamos dentro, y decimos o hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos.
Desarrollar la madurez es un esfuerzo que dura toda la vida. Cuando llegues a la edad adulta, sabrás lo que significa ser maduro y, con suerte, aceptarás el valor de las acciones maduras. Pero tendrás que seguir practicando la madurez hasta que se convierta en una fuerza que te guíe en todo lo que hagas.