¿Alguna vez te has sentido incómodo cuando alguien te toca inesperadamente?
¿Te sientes abrumado y ansioso en situaciones sociales que implican contacto físico?
No está solo.
A muchas personas les incomoda que las toquen, las abracen o invadan su espacio personal, ya sea un desconocido o un ser querido.
La verdad es que, para algunas personas, ser tocado puede ser una experiencia increíblemente desencadenante.
Puede despertar sentimientos de miedo, vergüenza o ansiedad.
También puede hacer aflorar recuerdos traumáticos olvidados o reprimidos.
Analicemos por qué a algunas personas no les gusta que las toquen y nueve ideas para sobrellevarlo.
Profundizaremos en las distintas razones por las que a la gente le resulta incómodo tocarse, como las sensibilidades sensoriales o los problemas de seguridad, y ofreceremos consejos para manejarlas.

¿Es normal que no te guste el contacto físico?
Odio que me toquen; ¿es normal? La respuesta es sí y no.
Es comprensible tener aversión al contacto físico porque todos tenemos distintos niveles de comodidad en lo que respecta a ser tocados y a la invasión del espacio personal.
Algunas personas pueden sentirse incómodas ante el más mínimo contacto, mientras que otras son más propensas a disfrutar de abrazos y mimos.
Pero, ¿cuándo es anormal que no te guste el contacto físico?
- Cuando el miedo se convierte en hafefobia: La hafefobia es el miedo abrumador a ser tocado por todo el mundo, desde la familia hasta los amigos. La hafefobia puede desencadenarse por experiencias pasadas, como traumas o abusos, que provocan impotencia, miedo y ansiedad. Es una reacción irracional y suele darse en personas que padecen trastornos mentales como el TEPT o el TOC.
- Si la aversión al tacto te causa angustia: Podría ser un signo de una enfermedad subyacente, como un trastorno del procesamiento sensorial (TPS), un trastorno de ansiedad o un trastorno de estrés postraumático (TEPT). En estos casos, lo mejor es acudir a un médico o profesional de la salud mental para que te aconseje y te trate.
- Si el malestar proviene de sentirse inseguro o violado: Un trauma o abuso pasado también puede causar aversión al contacto físico, ya que puede traer recuerdos de haber sido herido o violado. Si este es el caso, considere buscar la ayuda de un terapeuta cualificado en recuperación de traumas y abusos.
Pero, ¿cuándo es normal que no te guste el contacto físico? Es perfectamente normal no sentirse cómodo con ciertos tipos de contacto físico.
Puede que seas más sensible a determinados tipos de contacto, como las cosquillas o un abrazo inesperado, y no pasa nada por poner límites y pedir a los demás que respeten tus deseos.
¿Por qué no me gusta que me toquen? 7 posibles razones
¿Por qué no me gusta el contacto físico? ¿Debería preocuparme?
La verdad es que hay varias razones posibles por las que a algunas personas no les gusta que las toquen. He aquí seis de ellas:
1. Sensibilidades sensoriales
Las personas con trastorno del procesamiento sensorial (TPS) pueden tener una mayor sensibilidad táctil. Este trastorno afecta a la forma en que el cerebro procesa la información o los estímulos sensoriales, como el olfato, el oído, la vista, el gusto y el tacto.
El SPD puede afectar a uno o a todos tus sentidos. Por lo tanto, serás demasiado sensible a algo a lo que otras personas no lo son.
Si padeces SPD, es posible que seas más sensible al tacto que la media de las personas, lo que puede causarte incomodidad o incluso dolor cuando alguien te toca.
Ciertas texturas o temperaturas (asociadas al tacto) también pueden resultar desagradables, lo que puede contribuir aún más a su malestar.
2. Ansiedad y trastornos relacionados con el estrés
Los trastornos relacionados con el estrés, como el TEPT, el TOC o el trastorno de pánico, también pueden provocar miedo o incomodidad ante el contacto físico.
Estas afecciones afectan al modo en que el cerebro procesa las cosas en el momento y a lo largo del tiempo, por lo que es más probable que se estrese cuando le tocan.
El trastorno de ansiedad también puede provocar reacciones físicas y psicológicas, como sentirse tenso o nervioso cuando alguien le toca. Si una persona ya se siente ansiosa, incluso el más leve contacto puede desencadenar una reacción incómoda, aunque el contacto pretenda ser reconfortante.
3. Historia de trauma o abuso
¿Sabía que más del 70% de los adultos mayores de 18 años en EE.UU. han sufrido algún tipo de abuso y suceso traumático al menos una vez en su vida?
Si tienes antecedentes de malos tratos, traumas o abandono, es comprensible que el contacto físico te resulte incómodo o incluso amenazador. Puede provocar miedo y ansiedad asociados a tus experiencias pasadas.
Por ejemplo, si has sido víctima de violencia doméstica, un abrazo o una caricia inesperados pueden desencadenar recuerdos desagradables de tu agresor y hacerte sentir insegura.
Por lo tanto, es esencial recordar que el contacto físico puede ser un tema delicado para cualquiera que haya sufrido un trauma o abuso.
4. Falta de confianza
A veces, sentirse incómodo cuando te tocan se reduce a una falta de confianza.
Si no conoces bien a la persona o tienes dudas sobre sus intenciones, puedes sentirte ansioso o incómodo cuando entre en contacto contigo.
Por razones de seguridad, siempre es mejor confiar en tu instinto y estar atento cuando alguien te toca. Si no te sientes a gusto cuando te tocan, no dudes en expresar tus sentimientos y poner límites.
5. Preferencias personales o culturales
Todos hemos oído decir que somos producto de nuestro entorno. Nuestra cultura y nuestros antecedentes pueden determinar quiénes somos, en qué creemos y cómo nos relacionamos con los demás.
El contacto físico puede estar más o menos aceptado y fomentado dependiendo de dónde vivas y de la cultura que te rodee. La forma de mostrar afecto también puede variar drásticamente de una cultura a otra.
Por ejemplo, si procedes de una cultura en la que el contacto físico no se considera aceptable, es normal que te sientas incómodo cuando alguien te toca.
Por otro lado, si tu cultura suele fomentar el contacto físico para expresar amor y afecto, es comprensible que te sientas incómodo cuando alguien no te devuelve el abrazo o la caricia.
6. Falta de control
Cuando alguien invade inesperadamente tu espacio personal, puedes sentir que has perdido el control de la situación y sentirte abrumado e impotente.
Sentirse vulnerable o no tener el control puede ser muy incómodo, sobre todo si se han sufrido traumas o abusos.
Recuerda que es normal querer mantener sagrado tu espacio personal, y a algunas personas puede resultarles difícil aceptar cuando ese espacio es violado.
7. Baja autoestima
Si en general careces de confianza en ti mismo y no te sientes bien contigo mismo, el contacto físico puede resultarte aún más incómodo.
Esto se debe a que ser tocado por otra persona puede hacer que te sientas expuesto y vulnerable de una manera que magnifica cualquier sentimiento negativo que tengas sobre ti mismo.
9 ideas para afrontar la incomodidad del contacto físico
Aunque no te guste que te toquen puede ser la norma en algunos casos, a veces puede ser un signo de problemas subyacentes.
Si no te sientes cómodo cuando te tocan, aquí tienes algunas ideas que te ayudarán a sobrellevarlo:
1. Examina tus sentimientos y averigua por qué no te gusta el contacto físico
¿Por qué no te gusta que te toquen? ¿Cómo te hace sentir el contacto físico? ¿Te asusta, te repugna o te agobia?
Tómate un tiempo para reflexionar sobre por qué no te gusta que te toquen y cómo te hace sentir el contacto físico. Coge un papel y escribe tus pensamientos y sentimientos sinceros al respecto.
A continuación, echa la vista atrás y comprueba si hay algún patrón o desencadenante asociado a tu malestar, e intenta averiguar la causa raíz de tu odio al tacto.
Esto te ayudará a entender tus reacciones al tacto y por qué te hace sentir tan incómodo.
2. Enfréntate a los desencadenantes de la aversión al tacto
El siguiente paso es enfrentarse a los desencadenantes. Si sabes que determinadas situaciones hacen que el contacto físico te incomode, intenta encontrar la forma de desafiar esos sentimientos y retomar el control de la situación.
Por ejemplo, si los abrazos le incomodan, empiece por fijarse pequeñas metas, como dejar que su pareja o un ser querido le abrace durante treinta segundos seguidos.
Cuando empieces a sentirte más cómodo con la idea del contacto físico, aumenta gradualmente la duración del abrazo.
3. Aprende a comunicar tus sentimientos y preferencias táctiles
Si alguien te toca y eso te incomoda o te asusta, no dudes en comunicárselo.
Es esencial que sepan cómo te afecta su contacto y que tienes derecho a decir «no» si no te sientes cómoda.
Hacerles saber que el contacto físico no es algo con lo que te sientas cómodo les ayudará a entender por qué te incomoda tanto y les dará la oportunidad de respetar tus deseos.
4. Tómate tu tiempo para aprender hábitos de contacto saludables
A veces, podemos sentirnos incómodos al ser tocados o al dar caricias porque no nos enseñaron a dar y recibir contacto físico de forma saludable.
Empieza por aprender las nociones básicas de unos hábitos de contacto físico saludables, como comprender los límites personales y respetar los límites de la otra persona y los tuyos propios. Esto te permitirá sentirte más en control de tu cuerpo y de cómo interactúa con los demás.
Aprender hábitos saludables de contacto físico puede ser especialmente beneficioso para quienes han sufrido traumas o tienen ansiedad ante el contacto físico, ya que desarrollar estos hábitos puede ayudar a generar confianza y seguridad en sí mismos.
Al normalizar el contacto físico adecuado y comprender qué tipo de interacción nos resulta segura, podemos sentirnos más cómodos en nuestra propia piel y fomentar la conexión entre las personas sin sacrificar el bienestar mental o emocional de nadie.
5. No comprometas tu comodidad
En la sociedad actual, a todos se nos enseña a ser educados, lo que a veces significa comprometer nuestra comodidad en determinadas situaciones.
Pero no te dejes presionar para hacer algo que te incomoda, aunque se considere «normal» o «educado».
Respeta tus propios límites y aprende a decir «no» en lugar de obligarte a hacer algo que te incomoda porque no quieres ser descortés o herir los sentimientos de alguien.
Recuerda que comprometer la comodidad perjudicará tu salud mental y obstaculizará tu crecimiento y progreso.
6. Habla con alguien de confianza
No hay nada mejor que una buena conversación con alguien de confianza para abordar cualquier cosa que te preocupe.
Hablar con un amigo, un familiar o un profesional de la salud mental puede ayudarte a gestionar y afrontar mejor tu malestar hacia el contacto físico.
También pueden aportar ideas o consejos útiles que le ayuden a encontrar formas de aliviar el miedo o la ansiedad asociados a las caricias.
La mayoría de los profesionales de la salud mental suelen recomendar la terapia cognitivo-conductual (TCC) para ayudar a controlar el miedo y la ansiedad. La TCC es un tipo de psicoterapia que se centra en cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento negativos para crear resultados positivos.
7. Practica la autocompasión
¿Te resulta insoportable la sensación de que te toquen? La sola idea de que te toquen, ¿te produce urticaria?
La mayoría de la gente experimenta esta misma aversión al contacto físico. Por eso es esencial ser amable con uno mismo.
El primer paso es reconocer tus sentimientos sin juzgarlos y recordarte a ti mismo que es perfectamente normal sentirse incómodo con el contacto físico.
A continuación, utiliza una autoconversación positiva y practica técnicas de relajación, como la respiración profunda o la relajación muscular progresiva, que te ayudarán a mantener la calma y la concentración.
En última instancia, cultivar la autocompasión puede ayudar a desarrollar la resiliencia y aumentar la confianza en uno mismo a la hora de enfrentarse a la aversión al tacto.
8. Intenta conectar con otras personas a través del tacto no físico
Si no te gusta el contacto físico, aún hay muchas formas de conectar con la gente sin tocarla.
Por ejemplo, puedes conectar a través de la conversación, la escucha y el aprecio, que son formas estupendas de fomentar relaciones significativas.
Esto te ayudará a sentirse más cómodo en su presencia y, en última instancia, a aliviar tu incomodidad con el contacto físico.
Empezar con caricias no físicas también puede ayudarte a generar confianza y a crear un espacio seguro para ambos.
9. Considera la terapia táctil
Si todo lo demás falla, puede ser útil probar la terapia táctil. Este tipo de terapia consiste en ejercicios guiados en los que el terapeuta te ayuda gradualmente a sentirte más cómodo con el contacto físico y el tacto.
El objetivo es ampliar tu zona de confort, para que al final puedas dejarte tocar sin sentir ansiedad ni miedo.
El terapeuta también le ayudará a explorar las razones subyacentes de su aversión al tacto y le proporcionará estrategias de afrontamiento para gestionarla mejor.
También te proporcionarán un entorno seguro y de apoyo, al tiempo que crean límites saludables con los que te sientas cómodo.
¿Estás preparado para enfrentarte a tu aversión al tacto?
Si tienes problemas con la aversión al tacto, recuerda que se trata de una experiencia habitual y que hay muchas formas de controlar o sobrellevar la incomodidad.
Ya sea hablando con alguien de confianza, practicando actividades de autocuidado como el yoga o probando la terapia del tacto, encuentra lo que funciona para ti y da pequeños pasos para sentirte más cómodo con el contacto físico.
Lo más importante es que seas paciente y amable contigo mismo mientras te enfrentas a tu aversión al tacto.
Mucha suerte.